* Un hombre así no dejará huella. En su vida ya no hay rebeliones, puesto que su moral se ha convertido en una erica de reglas de urbanidad o en una mera actitud estética.
* El hombre Light es frío, sus opiniones cambian rápidamente y resulta más fácil manipularlo. Podemos decir que estamos en la era del plástico, el nuevo signo de los tiempos. De él se deriva un cierto pragmatismo de usar y tirar, lo que conduce a que cada día impere con más fuerza un nuevo modelo de héroe: el del triunfador que aspira al poder, la fama y un buen nivel de vida… pero todo esto por encima de todo, caiga quien caiga.
* El hombre Light no tiene referente, ha perdido su punto de mira y está cada vez más desorientado ante los grandes interrogantes de la existencia. Esto se traduce en cosas concretas, que van desde no poder llevar una vida conyugal estable a asumir con dignidad cualquier tipo de compromiso serio. Cuando se ha perdido la brújula, lo inmediato es navegar a la deriva, no saber a que atenerse en temas clave de la vida, lo que le conduce a la aceptación y canonización de todo. Es una nueva inmadurez, que ha ido creciendo lentamente, pero que hoy tiene una nítida fisonomía.
* En este final de siglo, la enfermedad de Occidente es la de la abundancia: tener todo lo material y haber reducido al mínimo lo espiritual. No importan ya los héroes, los personajes que se proponen como modelo carecen de ideales: son vidas conocidas por su nivel económico y social, pero rotas, sin atractivo, incapaces de echar a volar y superarse a si mismas. Gente repleta de todo, llena de cosas, `pero sin brújula, que recorren su existencia consumiendo, entretenidos en cualquier asunto y pasándolo bien, sin más pretensiones.